Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente es uno de los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, el mayor esfuerzo global en la lucha
contra la pobreza.
Para conseguirlo, entre las metas se propone la de “Incorporar los
principios del desarrollo sostenible en la política y los programas nacionales
y reducir la pérdida de recursos del medio ambiente”. En este contexto, uno de
los retos fundamentales de la cooperación y el desarrollo es el de dar una
respuesta decisiva al problema del cambio climático.
Si no se toman medidas, se estima que la temperatura media del
planeta podría aumentar entre 1.1 y 6.4 ºC a lo largo de este siglo. Según los
Expertos sobre el Cambio Climático, existe una elevadísima probabilidad de que
este calentamiento sea atribuible a actividades humanas como el consumo de
combustibles fósiles, la deforestación y la agricultura y la ganadería, que
generan emisiones de dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y
fluorocarbonos. Estos gases, llamados de efecto invernadero, atrapan el calor
que se irradia desde la superficie terrestre e impiden que se libere al
espacio; provocando el calentamiento del planeta.
Este calentamiento está causando fenómenos climáticos más extremos
(lluvias torrenciales, inundaciones, olas de calor, sequías o incendios
forestales); problemas de abastecimiento de agua; desaparición de glaciares y
aumento del nivel del mar; variaciones en la distribución o incluso la
extinción de especies animales y vegetales; plagas y enfermedades; escasez de
alimentos y agua potable; y migraciones de las personas que huyen de estos
peligros.
Los países firmantes del Protocolo de Kyoto (1997) adquirieron el
compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La Unión
Europea se comprometió a reducir sus emisiones de CO2 en un 8% en el
periodo 2008-2012 respecto a los niveles de 1990. En 2010 las emisiones eran ya
un 10,6% inferiores a los niveles de 1990.
En Durban (2011) se comenzó a trabajar en un nuevo acuerdo
internacional que limitaría el calentamiento
del planeta a 2 ºC por encima de la temperatura media de la era
preindustrial, por encima de los cuales la ciencia demuestra que los riesgos de
cambios irreversibles y catastróficos aumentarán de forma considerable. Esta
medida entrará en vigor en 2020.
La UE se ha comprometido a reducir, hasta el año
2020, las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 20 %
respecto a los niveles de 1990, a mejorar la eficiencia energética en un
20 % y a aumentar la parte de las energías renovables hasta alcanzar el
20 % del consumo final.
Para alcanzar estos objetivos se han impulsado
diferentes políticas y medidas encaminadas a consumir sólo lo necesario,
evitando así despilfarros de energía en el uso de la calefacción y aire acondicionado,
favoreciendo los electrodomésticos con menos consumo, la utilización más
racional del automóvil, el uso de los coches eléctricos, del transporte
público, la promoción del uso de la bicicleta, etc.
Por nuestro bien y el de las generaciones futuras, ojalá que estos
objetivos se cumplan y no se queden solo en buenas intenciones. Debemos ser
conscientes de que nuestro papel también es muy importante y tener presente el
mensaje de que los pequeños gestos pueden generar grandes cambios. Todos somos parte
de la solución, tenemos que apostar por ser más eficientes y autosuficientes en
el uso de la energía y promover el uso de las energías limpias para, entre
todos, reducir el nivel de emisiones de CO2 del planeta.
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